Casona montañesa de cantabria del sigle XVII, fue en sus comienzos una Socarreña donde se guardaban los aperos de labranza y el alimento del invierno de los animales. En otra época se utilizó por mi bisabuelo como taller de reparación de aperos. Con los años se fue transformando en un lugar donde vivir, con un simple techo de tejas de cerámica hechas a mano, muros de piedra de mampostería y suelo de arcilla. En los años cincuenta, mi abuelo convirtió aquella pequeña Socarreña en una vivienda, que hizo más amplia en los setenta mi padre, siendo en la actualidad una casa montañesa típica de piedra de mampostería rescatada de la antigua casa y maderas nobles, dando lugar a una confortable casa con las comodidades propias de nuestro tiempo. La casona cuenta con cinco habitaciones dotadas de las comididades de un hotel del siglo XXI. Ofrece una terraza y jardín con barbacoa, aparcamiento privado y gratuito, vistas a los Picos de Europa y a los montes.